argumentos de las actualizaciones

De Manual de estilo

Para actualizar los criterios fue necesario demostrar con teoría la conveniencia de ello. A continuación, se presentan los argumentos de los cambios más importantes.

Tilde diacrítica en los demostrativos y en el adverbio solo

Según la Ortografía de la lengua española (OLE), la tilde diacrítica se utiliza para diferenciar palabras que se escriben igual (homógrafas), cuando una de estas es átona y la otra tónica. Tal es el caso de los monosílabos de/dé, el/él, se/sé, etcétera. En todos estos casos, la tilde funciona para marcar una diferencia de pronunciación (átono/tónico) y de función gramatical (preposición/verbo; artículo definido/pronombre personal; pronombre átono/verbo, etcétera). Asimismo, la OLE aclara que la tilde diacrítica no se usa para distinguir pares de palabras homógrafas con distinto significado cuando ambas son tónicas, así por ejemplo se escriben del mismo modo vino (verbo) y vino (sustantivo); di (verbo dar) y di (verbo decir); fue, fui (verbo ir) y fue, fui (verbo ser).

Para Salvador Gutiérrez Ordóñez, en Crónica de la lengua española 2020, es la diferenciación entre tónico y átono la principal razón para emplear la tilde diacrítica, criterio que no cumplen ni el adverbio solo ni los pronombres este, ese, aquel (y sus variantes de género y número), lo cual constituye, entre otros puntos, el principal argumento para la eliminación de la tilde incluso en casos en que pudiera haber ambigüedad. En sus palabras:

  1. No se cumple la primera condición de la tilde diacrítica: oponer una forma tónica a una forma átona. En todos sus usos, solo (adverbio, adjetivo) y los demostrativos (pronombres y determinantes) son tónicos.
  2. La función de la tilde diacrítica no es diferenciar por medio de la acentuación palabras que se escriben con las mismas letras y tienen sentidos distintos.
  3. Los casos de posible ambigüedad son muy raros y se resuelven generalmente por medio del contexto […].


Según este mismo autor, fue en la Gramática castellana de 1870 cuando apareció, fruto de un error, la propuesta de diferenciar pronombres y determinantes mediante la tilde

Creyeron los responsables de esta obra que los pronombres demostrativos eran tónicos y consideraban que los adjetivos determinativos o determinantes demostrativos eran átonos. Tal error los condujo a establecer un paralelismo con la diferencia existente entre los interrogativos (tónicos) y los relativos (átonos), por lo que se propone tildar los pronombres masculinos y femeninos y no hacerlo con los adjetivos determinativos.

En la siguiente Gramática, de 1880, se suprimen algunos casos de tilde diacrítica, pero no la de los demostrativos y, más aun, se agrega la marca gráfica para diferenciar el adverbio solo del adjetivo, los cuales, como se apuntó antes, son tónicos. La razón aducida entonces para la acentuación del adverbio no es de orden gramatical, sino la “costumbre”. Gutiérrez Ordóñez cita aquel documento, en que se lee: “Por costumbre se acentúa la palabra sólo, cuando es adverbio, y no si es sustantivo o adjetivo”.

Fue hasta la década de los cincuenta del siglo XX cuando pudo haberse hecho la rectificación y eliminación de la tilde en estos pares, pero en lugar de ello únicamente se restringió su uso a los casos de anfibología o posible ambigüedad, lo cual se mantuvo con ligeros cambios hasta la publicación de la Ortografía de la lengua española de 2010, en la que se recomienda no tildar estos pares para distinguirlos en ningún caso:

Como esos usos distinguidores no se ajustan a todos los requisitos de la tilde diacrítica (pues tanto en un caso como en el otro no se oponen palabras tónicas a otras átonas formalmente idénticas), desde 1959 las normas ortográficas restringían la obligatoriedad del acento gráfico únicamente a las situaciones de posible ambigüedad. Dado que tales casos son muy poco frecuentes y que son fácilmente resueltos por el contexto, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en el adverbio solo y los pronombres demostrativos incluso en los casos de posible ambigüedad (v. § 3.4.3.3).

Es importante hacer hincapié en dos cosas: a) la RAE no acentúa ni el adverbio ni los pronombres desde los años cincuenta del s. XX y, como se puede leer en la cita anterior, desaconsejaba hacerlo desde entonces a menos que hubiera ambigüedad y b) según lo expuesto por Salvador Gutiérrez Ordóñez, uno de los ámbitos que más han contribuido para la conservación de la tilde es el de la enseñanza, pues resulta poco asequible el concepto de anfibología para los estudiantes y hablantes comunes, por lo que se ha enseñado una “división binaria limpia” que en realidad nunca ha estado asentada como prescripción en las gramáticas de nuestra lengua.

Cuando se dan casos como el de la eliminación de la tilde en pronombres y el adverbio solo, por lo regular hay un periodo de transición en el que conviven la disposición antigua con la actualizada, lo cual podemos corroborar mediante las gráficas del CORPES, en las que es posible ver que con el paso del tiempo se han dejado de acentuar estos pares.

Para las distintas formas tenemos los siguientes datos relativos a la frecuencia de uso en los distintos periodos:

éste

Periodo Freq Fnorm.
2001-2005 15 659 150,46
2006-2010 14 154 130,57
2011-2015 7 011 84,87
2016-2020 2 6717 51,55
2021-2025 43 39,91


ése

Periodo Freq. Fnorm.
2001-2005 2 549 24,49
2006-2010 2 399 22,13
2011-2015 1 242 15,03
2016-2020 361 7,11
2021-2025 5 4,64


aquél

Periodo Freq. Fnorm.
2001-2005 1 488 14,29
2006-2010 1 116 10,29
2011-2015 562 6,80
2016-2020 224 4,41


sólo

Periodo Freq. Fnorm.
2021-2005 94 115 904,30
2006-2010 92 078 849,41
2011-2015 48 097 582,24
2016-2020 18 760 369,57
2021-2025 247 229,96


Tal como puede observarse, la diferencia en la frecuencia de uso entre el primer periodo contabilizado (2001-2005), es decir, antes de la publicación de la OLE de 2010, y el último periodo de cinco años (2016-2020), es más de la mitad, pues en este último se contabilizaron menos de la mitad que en el primero para todas las formas, lo cual indica que los hablantes son quienes están dejando, primero poco a poco, pero cada vez de manera más acelerada, de emplear la tilde tanto en los demostrativos como en el adverbio solo. Lo anterior nos indica hacia dónde se dirige el uso de la tilde en pronombres demostrativos y el adverbio solo, al tiempo que muestra, una vez más, que la lengua es un ente vivo en constante transformación.

Créditos en reactivos

En la elaboración de reactivos en ocasiones es necesario utilizar citas o imágenes de otros autores, a quienes se les debe dar el crédito correspondiente. La Ley Federal del Derecho de Autor brinda la posibilidad de utilizar breves fragmentos de obras artísticas, científicas, periodísticas o de divulgación con fines educativos y de investigación, sin autorización del titular de los derechos, siempre que los textos reproducidos no sean alterados y que "la cantidad tomada no pueda considerarse como una reproducción simulada y sustancial del contenido total de la obra" (artículo 148, inciso I).

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En el caso de los instrumentos de evaluación del Ceneval, se consigna el crédito correspondiente al autor y la obra en una línea aparte, pues dadas las características de un examen, el sustentante está imposibilitado para consultar el material. Asimismo, en el campo de la evaluación se considera una buena práctica no incorporar en un reactivo información que no resulte útil para el propósito mismo de la evaluación, esta información adicional puede influir en algunos sustentantes y constituirse como una fuente de varianza irrelevante para el constructo evaluado.

Los textos que sean citados se adecuarán al estilo editorial del Centro, esto es, se modificará el formato –el tipo y tamaño de letra, el ajuste de párrafos, etc.– y se eliminarán erratas, si las hubiere. En textos clásicos, como poemas, cuentos o fragmentos de novelas, se respetará la acentuación, puntuación y giros del lenguaje, de tal modo que se respete en todo momento la intención del autor.

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